En el lugar donde dejo
los zapatos viejos
y las promesas rotas…
donde la luz se agota
y el color se esconde
olvidé tu nombre.
Hoy me lo encuentro
de polvo cubierto
y de telarañas.
El tiempo en que brillaba
al mismo sol opacaba,
mi cuerpo florecía,
la vida entera ardía.
Mi nombre, junto al tuyo,
se quedaba mudo.
Parecía amor.
Allí en donde acechan
el miedo y la vergüenza
guardé las experiencias
que dejó tu presencia.
Las contemplo nuevamente
y tras un soplido fuerte
se esfuma el dolor.
A esa ingenua niña
que devoraste viva,
que te idolatraba,
que todo te daba;
la perdono y la abrazo,
la acuesto en mi regazo,
y se duerme sobre mí.
Beso su cicatriz
y la lleno de color.
En su añosa y triste manta
de tierra y hebra blanca
cuidadosamente envuelto,
tu nombre devuelvo
a ese rincón oscuro
donde está seguro,
junto a las arañas.
D.S.C.