Callada, la noche, como tímida niña,
se acerca despacio al borde de mi cama.
Durante horas, ocultas bajo las frazadas,
contamos estrellas, chismes y dramas.
Ella dice que la luna es una mala compañera,
por eso viene a mi cuarto en busca de consuelo.
Yo, que callada escucho, pienso y considero:
Ha de ser ella, entonces, la causa de mi desvelo.
¿Cómo puede la noche, temible y majestuosa,
recelar de una esfera pintada en el cielo?
No te fíes de ella -me dice, serena-.
Es su luz engañosa lo que me da miedo.
A la luz de la luna es que ataca el asesino,
se agitan los mares, se enamoran los ilusos.
Yo existo para el sueño y el descanso de los seres,
y ella viene y los reanima, los altera, incluso.
Desconfía de su brillo, es falso, sólo un reflejo.
Y los mágicos contornos que dibuja son patrañas.
Desconfía especialmente –dice- de la luna llena.
El hombre lobo acecha, y el dolor en tus entrañas.
¡Inocente soy -proclama la noche, hastiada-
de estos y otros males erróneamente a mí atribuidos!
Es la luna la culpable, he aquí mi testigo
-afirma, sacudiendo mi cuerpo adormecido.
Calla al fin la noche, resignada supongo.
O reconfortada en mi abrazo, cansada tal vez.
Se aleja y yo cierro, por fin, los ojos, pensando:
¡Por suerte hay luna llena sólo una vez al mes!
D.S.C.
Me gustó mucho, me encantaría verlo escrito acompañado de una ilustración.
ResponderEliminarGracias! A mí también... Quedará pendiente ;)
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